Un senador acusa a Sarmiento de desconocer la realidad de la campaña; admite que defienda sus bibliotecas y escuelitas, pero no acepta que para ello tenga que insultar a los que "nos hemos enriquecido con nuestro trabajo". Sarmiento contesta con la excitación habitual: "La riqueza de ustedes no se debe al trabajo sino a la vehemencia de los toros y a la fecundidad de las vacas". El senador se ofende porque está "injuriando a las fuerzas vivas"... La respuesta es demoledora: "¿Fuerzas vivas? ¡Eso no se lo permito yo! ¡La única fuerza viva es el pueblo! ¡En usted reconozco solamente la voz de una aristocracia con olor a bosta!". Y sigue: "Esta tormenta la ha provocado mi afán de educar al pueblo de la campaña, a los hijos de los gauchos. Yo... Yo que nunca les hice derramar su sangre generosa para servir a mis ambiciones; yo que nunca los adulé para explotar su ignorancia, soy aquí el defensor de su porvenir. Y los otros, los que se llenan la boca con la palabra gaucho, me apostrofan, se ríen de mí, me llaman loco y le niegan al gaucho no sólo la educación sino hasta la tierra y el producto justo de su trabajo".
El hecho, citado en la biografía de Homero Manzi sobre Sarmiento, ocurrió cuando el furibundo y contradictorio sanjuanino fue Senador Nacional entre 1857 y 1861. Tamaño momento en que Sarmiento pronunció estas palabras: las campañas de Pavón y Cepeda aún ardían en los pechos de la peonada, convertidas en tropas de los señores que constituían las fuerzas vivas. Bajo el nombre de "fuerzas vivas", término que hoy ha caído en desuso, se conocía a aquellos sectores cuya influencia preponderaba en la sociedad de entonces.
Este domingo el Presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, dijo en su discurso de inauguración de la 121ª Exposición Rural de Palermo: "somos herederos de un legado formidable". Este sector, que se arroga para sí mismo la representación del campo argentino (como si se llamaran Luro, Martínez de Hoz o Frers los peones que arrian la tropilla), ha sido históricamente un refugio de oligarcas, golpistas y especuladores llorones. Quizá por eso la Pampa es Húmeda. No es ningún secreto que el actual Gobierno no tiene un plan ganadero real, sustentable, con objetivos claros y que está dejando pasar una oportunidad espectacular. Pero tampoco es justo que inviten al Subsecretario de Agricultura Javier de Urquiza sólo para abuchearlo, cuando en 1996 Enrique Crotto felicitaba a Domingo Cavallo aconsejándole que "las cuentas fiscales hay que equilibrarlas pero no en perjuicio del sector más importante de la Nación". Nunca el campo argentino estuvo tan pobre como en los '90. Vienen jodiendo con eso de ser el corazón de la Patria desde antes de Roca, a quien precisamente miembros de la SRA le financiaron la Campaña del Desierto que los terminó enriqueciendo morbosamente.
Tribuna de presentación y autobombo de dictadores y oligarcas, que interrumpió el discurso de Hipólito Yrigoyen menos de una semana antes de que lo derrocara el golpe militar de Justo y Uriburu (miembro de la Sociedad) y que escupió a los oficiales del Ejército que osaron sentarse en las gradas en 1945, pero que aplaudió al embajador británico en 1935 cuando dijo que la Sociedad Rural era "la personificación de la amistad anglo-argentina" (menos de un mes antes Enzo Bordabehere había sido asesinado en el Senado por un matón del Ministro de Agricultura Luis Duhau -miembro de la SRA y gran beneficiado con la política de comercio monopólico-) y que vivó a rabiar a Spruille Braden entre escupitajo y escupitajo a los militares peronistas; representa el típico espíritu emprendedor argentino: "el país es una mierda, no me mima a mí que tanto le doy".
Un poquito más de justicia, las críticas a la ausencia de políticas en el sector son ampliamente compartidas por quien escribe, pero tratar a de Urquiza como nunca trataron a Menem realmente es patético. La SRA controla alrededor del 25% de la producción cárnica nacional, y unos pocos terratenientes por sí solos controlan el 15% de Liniers. Los pequeños productores, aquella masa que produce el 85% y que se encuentra en la lona porque los precios están por el suelo, no está representada por la SRA.
Usted, señor Miguens, acuérdese del "legado formidable" cuando tenga memoria. No lo voy a retrotraer a nimiedades ideológicas del discurso fácil como sería espetarle que en 1966 Onganía se paseó por la pista de la Rural en la carroza que la Infanta Isabel había usado en 1910. Le voy a recordar lo que más le va a doler: el récord de exportación de carne vacuna se produjo en 1976, con 770.000 toneladas, y cayó hasta 153.000 toneladas en 2001. Ese año, 1976, el comienzo de la debacle ganadera, Celedonio Pereyra decía: "hoy, desde una nueva perspectiva, consecuencia de haber asumido el gobierno las Fuerzas Armadas el 24 de marzo, encaramos el futuro de la Argentina, con renovada esperanza". Y por si fuera poco, repetía calcadamente su irresponsable pedido: "para poder realizar ésta política, es requisito indispensable desterrar definitivamente los gravámenes, impuestos o derechos a las exportaciones y mantener un tipo de cambio realista".
Pero como la Sociedad Rural es la celosa conservadora de los valores de la argentinidad, siempre tienen que opinar sobre lo que no les incumbe. Ahora, tanto como en 1977: "El proceso de moralización iniciado en marzo de 1976 se nota en todos los niveles del cuerpo social. Es indudable que cuando las autoridades dan el ejemplo con su actitud de austeridad, ecuanimidad y sobrio uso del poder promueven la emulación y el respeto de todos". Dan asco.
El hecho, citado en la biografía de Homero Manzi sobre Sarmiento, ocurrió cuando el furibundo y contradictorio sanjuanino fue Senador Nacional entre 1857 y 1861. Tamaño momento en que Sarmiento pronunció estas palabras: las campañas de Pavón y Cepeda aún ardían en los pechos de la peonada, convertidas en tropas de los señores que constituían las fuerzas vivas. Bajo el nombre de "fuerzas vivas", término que hoy ha caído en desuso, se conocía a aquellos sectores cuya influencia preponderaba en la sociedad de entonces.
Este domingo el Presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, dijo en su discurso de inauguración de la 121ª Exposición Rural de Palermo: "somos herederos de un legado formidable". Este sector, que se arroga para sí mismo la representación del campo argentino (como si se llamaran Luro, Martínez de Hoz o Frers los peones que arrian la tropilla), ha sido históricamente un refugio de oligarcas, golpistas y especuladores llorones. Quizá por eso la Pampa es Húmeda. No es ningún secreto que el actual Gobierno no tiene un plan ganadero real, sustentable, con objetivos claros y que está dejando pasar una oportunidad espectacular. Pero tampoco es justo que inviten al Subsecretario de Agricultura Javier de Urquiza sólo para abuchearlo, cuando en 1996 Enrique Crotto felicitaba a Domingo Cavallo aconsejándole que "las cuentas fiscales hay que equilibrarlas pero no en perjuicio del sector más importante de la Nación". Nunca el campo argentino estuvo tan pobre como en los '90. Vienen jodiendo con eso de ser el corazón de la Patria desde antes de Roca, a quien precisamente miembros de la SRA le financiaron la Campaña del Desierto que los terminó enriqueciendo morbosamente.
Mi papá y su primo Miguel en la Rural, 1974
Tribuna de presentación y autobombo de dictadores y oligarcas, que interrumpió el discurso de Hipólito Yrigoyen menos de una semana antes de que lo derrocara el golpe militar de Justo y Uriburu (miembro de la Sociedad) y que escupió a los oficiales del Ejército que osaron sentarse en las gradas en 1945, pero que aplaudió al embajador británico en 1935 cuando dijo que la Sociedad Rural era "la personificación de la amistad anglo-argentina" (menos de un mes antes Enzo Bordabehere había sido asesinado en el Senado por un matón del Ministro de Agricultura Luis Duhau -miembro de la SRA y gran beneficiado con la política de comercio monopólico-) y que vivó a rabiar a Spruille Braden entre escupitajo y escupitajo a los militares peronistas; representa el típico espíritu emprendedor argentino: "el país es una mierda, no me mima a mí que tanto le doy".
Un poquito más de justicia, las críticas a la ausencia de políticas en el sector son ampliamente compartidas por quien escribe, pero tratar a de Urquiza como nunca trataron a Menem realmente es patético. La SRA controla alrededor del 25% de la producción cárnica nacional, y unos pocos terratenientes por sí solos controlan el 15% de Liniers. Los pequeños productores, aquella masa que produce el 85% y que se encuentra en la lona porque los precios están por el suelo, no está representada por la SRA.
Usted, señor Miguens, acuérdese del "legado formidable" cuando tenga memoria. No lo voy a retrotraer a nimiedades ideológicas del discurso fácil como sería espetarle que en 1966 Onganía se paseó por la pista de la Rural en la carroza que la Infanta Isabel había usado en 1910. Le voy a recordar lo que más le va a doler: el récord de exportación de carne vacuna se produjo en 1976, con 770.000 toneladas, y cayó hasta 153.000 toneladas en 2001. Ese año, 1976, el comienzo de la debacle ganadera, Celedonio Pereyra decía: "hoy, desde una nueva perspectiva, consecuencia de haber asumido el gobierno las Fuerzas Armadas el 24 de marzo, encaramos el futuro de la Argentina, con renovada esperanza". Y por si fuera poco, repetía calcadamente su irresponsable pedido: "para poder realizar ésta política, es requisito indispensable desterrar definitivamente los gravámenes, impuestos o derechos a las exportaciones y mantener un tipo de cambio realista".
Pero como la Sociedad Rural es la celosa conservadora de los valores de la argentinidad, siempre tienen que opinar sobre lo que no les incumbe. Ahora, tanto como en 1977: "El proceso de moralización iniciado en marzo de 1976 se nota en todos los niveles del cuerpo social. Es indudable que cuando las autoridades dan el ejemplo con su actitud de austeridad, ecuanimidad y sobrio uso del poder promueven la emulación y el respeto de todos". Dan asco.
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