Cuando en 1961 Dag Hammarskjöld, Secretario General de las Naciones Unidas, se estrelló en el Congo, los Embajadores del organismo multinacional necesitaban urgentemente hallar de entre ellos un reemplazante que pudiera sopesar las ambiciones de las potencias nucleares y a la vez lidiar con la crisis en dicho país africano. A pesar de la presión soviética de nombrar tres Secretarios Generales -que en la práctica significaba una disolución del mínimo poder real de la ONU- se llegó a un acuerdo que aseguraba imparcialidad, derivada de la neutralidad del país representado: se nombraría al Embajador de Birmania, U Thant.
La tarea que realizó este historiador, ex-director de escuela y secretario personal de su amigo el Primer Ministro U Nu -el primero desde la independencia de Birmania- puede catalogarse como extraordinaria, insípida, o fatal, según el punto de vista.
Y es que su predecesor marcó el punto más alto de la diplomacia mundial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, actuando casi como el Comandante en Jefe de un ejército de la paz y no como el mandamás teórico de un organismo teórico que teóricamente nuclea a la teórica comunidad de las naciones. Encima, falleció a lo mártir mientras negociaba el alto al fuego en la sangrienta guerra civil del Congo -en la cual, por cierto, participó absurdamente otro personaje de octubre-. U Thant debía vérselas con el pasado de la ONU también.
Condujo los destinos de la organización desde 1961 hasta 1971 (menuda década). Durante su administración se sucedieron la Crisis de los Misiles en Cuba, la guerra de Vietnam, la Primavera de Praga, el nacer de las primeras dictaduras genocidas en América Latina, la caída de Khruschev y el ascenso de Brezhnev, la Revolución Cultural, la guerra Indo-Paquistaní, el triunfo de Allende en Chile, la primera conferencia de la OPEP, el recrudecimiento del conflicto árabe-israelí... Fue determinante en la finalización de la guerra en el Congo y en la neutralización de la Crisis de los Misiles. Pero a pesar de su posición abiertamente en contra de la guerra en Vietnam y del Apartheid en Sudáfrica, no logró ningún avance. En realidad, el gobierno de Lyndon B. Johnson terminó alejándose de la ONU. Aún así, las conversaciones de paz de París fueron un logro remarcable.
Pero el manto oscuro que se cierne sobre Thant es su defectusoso análisis sobre la situación en Medio Oriente. Presionado por Gamal Abdel Nasser, retiró las tropas que la ONU mantenía en el Canal de Suez desde 1956... dando vía libre a la guerra entre la Liga Árabe e Israel, conocida como la guerra de los Seis Días.
Es opinión generalizada que su infinita paciencia lo elevó al rango de estoico de la paz. También su estatus intelectual lo convirtió en héroe nacional.
Murió de cáncer en 1974 en Nueva York. La dictadura birmana que estúpidamente renombró al país Myanmar no permitió que se le rindieran honores funerarios. Así y todo los estudiantes, opositores al régimen históricamente ligados a la Liga de la Democracia, lo despidieron a su manera (no sin antes protestar duramente). Sus restos descansan en la morada que la dictadura le reservó: la pagoda Shwedagon, en el centro de Rangún.
"Aprovecho la publicación de esta cartita para enviar un saludo a U-Thant... (sic) El pobre secretario de la ONU tiene muy buenas intenciones, y sería macanudo que le hicieran caso, pero..."
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