Desde hace un tiempo ya que, analizando las posturas mediáticas de los Presidentes más notorios de América Latina, he depurado un análisis sobre un aspecto de nuestra sociedad y su consecuencia: el fracaso y la desilusión. Me refiero a la esperanza que tenemos en los héroes.
En los primeros años de Néstor Kirchner, su entorno (particularmente los mediáticos A & A Fernández) intentó dibujarlo como un héroe díscolo de los '70, acercándolo a los sectores icónicos de la izquierda nacional. Poco importó que el pasado real difiera del inventado, que la invención de un pasado glorioso buscara ocultar la verdad (que por algo necesitan maquillarla). Lo cierto es que no se necesita haber sido detenido o torturado por la Dictadura para impulsar los Derechos Humanos. Se necesita ser humano.
A esta altura es fácil aclararlo, ya todos critican la demagogia respecto del tema.
Lo mismo pasa, salvando las distancias, en Bolivia con Evo Morales. Y digo salvando las distancias porque pueden decir lo que quieran de Evo, pero es consecuente con su clase y ha demostrado más de una vez que a pesar de no ser un moderado, es un hombre de convicciones humildes y honestas.
Lo mismo pasa con Obama. Creen ver en él al redentor de las masas empobrecidas de la primera potencia mundial. El mundo cree ver a un reformador de la arrogancia militarista yanqui, al punto tal que ya se habla de que se estamos asistiendo al fin de una etapa y que si McCain resulta Presidente, la transición sería trágica. Ya vamos a ver que piensan cuando caigan en la cuenta de que Barack Obama será negro y de nombre musulmán, pero sigue siendo un yanqui.
Y nos pasa a nosotros con nuestra Historia. San Martín es el genio militar y el caballero honorabilísimo. Belgrano es el corazón del civismo argentino, un idealista convencido. Brown es el marino vencedor de mil batallas, todas en inferioridad numérica. Hombres sin mancha y sin tacha.
El héroe es una construcción patológica de las sociedades desesperadas. No existen los héroes de carne y hueso. No son reales. Y no hay que confundirlos con los mártires.
Y eso explica las críticas de algunos que seguramente se vieron desilusionados cuando leyeron a Felipe Pigna: San Martín fue un pésimo esposo, Belgrano un porfiado en el campo de batalla, Brown molía a golpes de puño a sus oficiales (bueno en este caso me parece que estoy acrecentando su figura).
Nada de eso atenúa su luz. Todo lo contrario, debería servir de ejemplo para que aquellos que esperan la venida del Líder Heroico que enfrente la Injusticia abran los ojos y caigan en la realidad: los héroes no existen, fueron sólo hombres y mujeres de carne y hueso que un día se levantaron de la silla y transformaron su indignación en lucha. Y tuvieron la suerte de que les salió bien.
Nos vemos en Disney
Hace 8 años.
2 comentarios:
Había escrito al respecto en un post del 5 de junio. La costumbre de idealizarlos tanto, nos repercute en nuestra forma de vivir, que nos impide tener una vida social en armonía, porque los próceres eran de otro mundo e inalcanzables.
Muy bueno el post.
Gracias vieja, ya voy a leer tu post. Bárbaro el de los otros días, yo escribí algo sobre nuestra generación allá por junio tmb (le puse Talkin' 'bout my Generation). Segui asi no nos abandones como Mr Groncho.
Un saludo.
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