lunes, 11 de agosto de 2008

Aclaren, Que a lo Mejor no Oscurece

El pasado jueves la Justicia cordobesa emitió un fallo (dividido) ordenando al Gobierno de la Provincia dejar de distribuir el método anticonceptivo de emergencia conocido como "píldora del día después".

No quiero explayarme mucho sobre lo que ya se ha dicho demasiado y no se llega a un acuerdo –yo mismo no llego a una postura que me resulte superadora antes que polémica–, pero veamos el aporte crítico que puedo hacer desde este espacio anónimo.

No soy abogado –aclaro– pero últimamente me ha llamado muchísimo la atención el proceder de algunos hombres y mujeres del Derecho, vulgarmente llamados "cuervos". Eso me ha llevado a leer con detenimiento lo que escriben.

En el fallo se invoca el art. 70 del Código Civil, en el cual se afirma que "desde la concepción en el seno materno comienza la existencia de las personas". Asimismo cita al art. 4 inc. 1 de la Convención Americana de Derechos Humanos: "toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción", y a la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual en su art. 1 aclara que "se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad". Ambas convenciones poseen rango constitucional al estar incluidas en el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional.

Hasta acá venimos bien, pero para saber de qué estamos hablando falta la definición legal de concepción. He encontrado vagas referencias al respecto en el texto del fallo, y en los pocos documentos legales que revisé se la confunde con fecundación. Creo necesario que se aclare rápido si son o no sinónimos, porque desde mi punto de vista la concepción de una persona por nacer comienza mucho antes de la ocurrencia de tal hecho celular.

Concebir deriva del latín concipere, que a su vez deriva de capere (agarrar, capturar). También deriva de concipere el sustantivo 'concepto'. Y en el Diccionario de la Real Academia, una de las acepciones de concebir es, casualmente, "comenzar a sentir alguna pasión o afecto".

Entonces, ¿no sería lógico argumentar que defender la vida desde la concepción sería, precisamente, defender el derecho de dos personas a amarse, a ser felices por su libertad, a desarrollar su vida sexual en plenitud y a elegir formar una familia?

Digo yo, es lo que se me ocurre ahora, alejado de los ultraconservadores –que tienen el anticristo en casa– pero también de lo que sin ser mujer creo que es un feminismo mal entendido.

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