miércoles, 5 de marzo de 2008

Una lágrima por Carlitos

Esta entrada originalmente iba a salir a la blogósfera el día lunes, pero por falta de inspiración la dejé en borrador. El día anterior había alquilado "El Gran Dictador" de Charles Chaplin, una sátira de los regímenes totalitarios europeos de mediados de los '30 y los '40 que se convirtió en un clásico de todas las épocas.

Estrenada en 1940, había comenzado a filmarse la misma semana en que Alemania invadió Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. La película cuenta la historia de un soldado de Tomania que fines de la Primera Guerra Mundial sufre un accidente y pierde la memoria. Al recuperarla, 20 años después, decide regresar a la ciudad y reabrir su vieja barbería. Pero ahora el país está bajo la bota de Adenoid Hynkel (fíjense las iniciales) y su prédica de odio. Uno de los grandes momentos del cine: el discurso final.



Cuando terminó recordé que mi abuelo, cinéfilo de aquellos tiempos, también la había visto, 67 años antes, en el cine de su Junín natal. Cómo me hubiera gustado verla en el cine, pensé.

Ayer, sin haberme avisado, comenzó con éxito arrasador el ciclo "20 películas que tenés que ver antes de morir" en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. La primera: El Gran Dictador. Cómo me revienta cuando me pasan estas cosas.

[Intimación final] Más les vale poner un ciclo de Chaplin este año. Y si ya pusieron uno, pues que lo pongan de vuelta. "Candilejas", "Luces de la Ciudad", "Tiempos Modernos", "El Chico", las quiero ver todas. ¿Estamos en claro?

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