Ayer pasé la Navidad en la casa de una de las pocas parejas amigas que les quedan a mis viejos. Mi papá se conoció con el dueño de casa cuando, haciendo la colimba en el Batallón de Infantería de Marina Nº 3 en La Plata (1976), les salió el pase a la Colonia de Vacaciones 'Almirante Brown', en Villa del Dique. Este señor la verdad que no me gusta mucho, es conservador hasta el punto de resultar ofensivo. Mientras anoche él exponía su opinión sobre la Navidad, el cumpleaños de Jesús y lo permisiva y corrompida que se encuentra la Iglesia hoy (...), yo no podía dejar de pensar en una frase de Enrique Barros, el histórico líder reformista.
Después de que, siendo practicante en el Hospital Nacional de Clínicas, una patota de ultraderecha lo atacara con barras de hierro envueltas en papel de diario y le dejara la mitad derecha del cuerpo paralizada para toda la vida, Barros siempre llevó en un bolsillo de su chaleco un papelito con la siguiente inscripción:
"Yo, Enrique Barros, en pleno uso de mis facultades mentales y sabiéndome aquejado de una dolencia que en cualquier momento puede hacer crisis, prohibo que en tal caso, ni vivo ni muerto, llegue hasta mí un sacerdote de la religión católica apostólica romana, a la que considero la negación de la doctrina de Cristo."
[Relación Iglesia-Estado: la experiencia argentina - Por Norberto Padilla]
Nos vemos en Disney
Hace 8 años.
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